23.7.13

Un calido recuerdo [Nezumi x Akira]


Una cálida noche de verano se encontraba el peligris alcohólico conocido como Dormouse reposando en su cama, se removía en esta antes de poder conciliar el sueño, eso que tanto había anhelado después de un día tan atareado como había sido ese... O eso pensaba que era lo más anhelado según él, sin embargo sus sueños se darían a la tarea de mostrarle algo que él había estado buscando desde hace tiempo, pero que había perdido de vista por muchos motivos, entre los cuales estaba su frustración de no poder encontrarle.
Aunque hacia poco que había podido dormirse ya se encontraba en medio de un sueño pesado en el cual sus recuerdos le harían una serie muestras que lo llevarían hasta lo que él verdaderamente ansiaba.

Una vez que el sueño propiamente se puso en marcha, su cuerpo se sentía ligero, sin preocupaciones, ni lo que más lo aquejaba… Remordimientos, a decir verdad estaban con él, pero no como una amenaza más bien como una guía que lo llevaría a encontrar lo que había perdido hacia mucho tiempo.  

 Sí eso mismo que había perdido hace tiempo y que tanto había buscado, eso mismo que él sabía que necesitaba, pero que pensaba que no merecía, eso que sin duda alguna era la felicidad, pero no cualquier tipo de felicidad, sino una felicidad larga y duradera no algo momentáneo, cualquier cosa menos eso ya que él sabía que si lograba conseguir esa felicidad seria de la mano de esa misma persona que le deslumbro, esa que sus recuerdos le mostrarían.
Con cada nuevo recuerdo que le era dado por los remordimientos se llenaba de más y más sentimientos que le hacían recordar tantos buenos momentos como malos, abrazando esos recuerdos con fuerza y en un cálido abrazo estos aceptaban ese gesto como una disculpa y le propiciaban todas esas memorias que había dejado en el olvido, memorias que le hicieron llegar a derramar lagrimas de dolor, tristeza e ira.

 Y entre todos esos recuerdos ahí estaba el más importante, ese que con todas sus fuerzas había deseado borrar por completo, ese que le diría sobre su felicidad, ese que tanto había buscado y que sin embargo había desechado.  
Admiro por unos segundos ese recuerdo, tomándolo con cuidado entre sus manos como si de la cosa más preciada y frágil del mundo se tratara y luego, luego le abrazo con una fuerza descomunal, susurrando palabras que eran cual bálsamo y curaban esas heridas que había creado ese recuerdo, ese tan ansiado y tortuoso recuerdo que le había llevado en muchas ocasiones hasta sus límites.

Una vez que el recuerdo se fusiono con él pudo ver de nuevo a esa persona que con su brillante luz había iluminado hasta el más oscuro rincón de su alma y que con sus bellos luceros había capturado con una sola mirada a su alma perdida, ahí estaba esa persona de pie con cabellos cual oro fino que hacían que su mirada y sonrisa deslumbraran más y le dejaran aun más maravillado.
Poco a poco camino hacia él, sintiendo como a cada paso que daba ese bello ser se alejaba tres pasos más y así hasta que se perdió en la inmensidad de su sueño, sintiendo como nuevamente se le era arrebatado ese anhelado recuerdo.

Hasta que despertó, ahora ya no estaba solo en la cama ya que en algún momento un rubio se había colado en su cama, como podría decirse, era costumbre. Le abrazo con fuerza, acurrucándolo entre sus brazos y besando su frente, mientras que sin darse cuenta consiguió despertarlo.

-Lo siento Campanita, parece que te he despertado –dijo mientras que le miraba con cariño, acariciando suavemente su cabellera y dándole besos cortos a su frente- Sabes, he soñado contigo

-¿Conmigo? –murmuro algo adormecido aun el alemán, viéndole de reojo con claro interés- ¿Qué has soñado, Nezu?

-Jo~ -Sonrió levemente y entre unas cuantas risitas termino diciendo- Todo a su debido tiempo, Campanita

Y así es como es, así un recuerdo vive dentro de otro y ese abrupto despertar está ligado a encontrarse con ese ser que le salvo de su perdición, ese a quien llama Campanita por un cuento infantil ¿Lo conoces? Campanita siempre brillaba, aun cuando estaba en el lugar más oscuro de todos, su luz era desbordante e iluminaba el lugar haciendo entrar en calma a los niños perdidos, justamente perdidos como se encontraba el desdichado ratón que al encontrarse con su apreciada Campanita pudo encontrar también algo que tanto anhelaba de la mano del rubio que tanto había soñado, la felicidad.