El día era nublado y tenía un frío ambiente lúgubre, “Se
pronostica una fuerte lluvia” habían dicho en la televisión pero yo no creo en
esas cosas, nunca lo he hecho y nunca lo haré… Sin embargo debí de hacerlo…
Me había arreglado justo como tanto te gustaba, ese bello
vestido corto color pastel con mucho revuelo que tantas veces habías quitado
de mi de un solo tirón, junto con esas medias negras con tirante que tanto te
provocaban y que disfrutabas de “admirar” como una excusa barata para tocar mi
entrepierna y no se hable de la lencería que había comprado justo para ese día,
más atrevida que nunca, más sensual, más provocativa y solo para ti, era claro
lo que quería ese día ¿no lo crees? Tan claro que incluso te había dicho en
nuestra última llamada como iría vestida, preparándote, tentándote…
Y aun así no llegaste, tampoco contestabas cuando te llamaba
y nadie sabía de ti, incluso cuando los había sobornado con presentarles a unas
cuantas chicas con las medidas que sabía que les encantaría tener a tus amigos,
nadie sabía de ti… Era como si te hubieras ido para siempre y justo cuando
pensaba que nada podía ser peor, esa infernal tormenta se desato, cubriendo
todo con una densa lluvia, empapándome, limpiando mis lágrimas.
Corrí a buscar refugio, pero no pude ver lo que se
avecinaba, nadie lo vio venir, ni el conductor que me atropello, nadie, ni los
doctores que tuvieron que amputarme una pierna pues estaba completamente
destrozada o mi brazo que había quedado completamente inmóvil y con grandes
perforaciones de las varillas en las que fui a caer, mucho menos yo que ya no
te tenia a ti quien me había salvado de mi misma.
Y aun así no te odiaba, ¿cómo iba a odiar al que con una
sonrisa en el rostro extendió la mano a una andrajosa drogadicta que se paseaba
por los barrios bajos? Tu nunca me habías pedido que te entregara mi cuerpo a
cambio de algo, no como todos esos que por “ayudarme” debía de pagar una cuota
con mi cuerpo, corrompiéndome, degradándome, usándome y humillándome como si
solo fuera una puta cualquiera…
Pero tú lo único que me dijiste fue “Sonríe para mi” que
cosa más extraña es esa ¿no? Sin embargo lo intente, no pude, pero tú me
enseñaste a ello, me diste todo lo que ahora tengo, me diste orgullo, me diste
la dignidad que había perdido y junto a todo, me diste tu amor, nunca supe como
amar a tu manera, así que te ame de la única forma que supe, carnalmente.
Deje que me tomaras cuando quisieras, aun si al principio no
te gusto la idea logre convencerte de ello porque era la única forma en que, de
cierta manera, era feliz… Siendo tomada por la persona que amaba.
Y he de decir que al principio eras tan tímido, tan
inexperto, tan puro que me encantaba viéndote avergonzado por admitir que
estabas excitado, era lo que más me encantaba de ti ya que para alguien que la
convirtieron en “experta” eso me parecía lo más adorable del mundo, de mi mundo
y mi mundo eres tú, aun ahora lo eres.
Luego lo supe, mucho después de salir del hospital y
comenzar las rehabilitaciones, que me costaron mucho ya que no te tenia
conmigo, pero no te culpo pues cuando me entere de lo que había sucedido lo comprendí,
tu sabias muy bien que no faltaría ese día y habías llegado más temprano para
que no nos tomara desprevenidos ese bestial clima, pero nadie sabía que mi
pasado me querría de regreso tan desesperadamente…
Las personas con que me junte en el pasado eran de temer,
pero nunca pensé que una “perra barata” -como ellos me describían- les llegase
a hacer falta, al parecer me equivoque… Y si regresara al pasado, a ese día
hubiera procurado advertirte y encontrarnos en otro lado…
Ellos, esos malditos te habían tomado como rehén y te habían
llevado con ellos, disfrutaron de torturarte, disfrutaron de violarte y si eso
no fuera poco todavía se atrevieron a tocar tus hermosos ojos y dejarte ciego
de por vida. Ardía en ira cuando supe de eso, estaba furiosa, aun hoy día lo
estoy, por eso tome mi venganza…
Sabía muy bien que ellos tenían muchos enemigos, personas
que disfrutarían de retirar miembro por miembro de una forma lenta y dolorosa,
de torturarlos hasta que suplicaran la muerte, lo sabía y arriesgue mi vida por
contactar con ellos, pero lo logre. Ahora ellos tenían toda la información que
necesitaban para encargarse de ellos y vaya que lo hicieron, incluso hicieron
algo que les pedí como una dedicatoria, que les cortaran sus virilidades para
luego hacer que se las comieran y sacaran sus ojos mientras aun estaban vivos y
conscientes, lo hicieron por mí, por mi venganza.
Pero aun no estaba
satisfecha ya que por mi culpa tu habías sufrido tanto, simplemente ya no podía
verte, no era capaz de enfrentarte e implorarte perdón, no podía siquiera
pensar en volver a tu vida, yo ya no podía volver a ti nunca más…
Por favor, perdona que sea tan cobarde de no ir por ti, perdóname
pero no puedo volver a tu vida o terminaría destrozándote más… Perdóname
Dominik.
Te escribe con amor la siempre tuya, Jade.
No hay comentarios:
Publicar un comentario